Psicoterapia infantil

 
 

El trabajo con niños y adolescentes se orienta desde un enfoque integrador. En aquellos casos que requieran un acompañamiento individual, las familias constituirán la principal alianza para respaldar el proceso.

 
 

Para establecer un plan de desarrollo con el niño o adolescente es necesario que:

• La familia sea parte del proceso de cambio. Se trabaja con toda la unidad familiar y esta es corresponsable de la evolución del niño o adolescente.

• El niño tenga un espacio para avanzar en su propio desarrollo, sin una mirada sobre las carencias o las limitaciones.

• El niño o adolescente esté libre de etiquetas y se trabaje desde sus fortalezas.

El vínculo entre el profesional y el niño o adolescente es fundamental para favorecer la expresión de sus habilidades, trabajar las emociones y regular las dificultades internas.

El abordaje es principalmente a través del juego terapéutico, que es el lenguaje simbólico del niño con el uso de juegos de expresión corporal, técnicas plásticas expresivas, técnicas proyectivas simbólicas, técnicas de expresión narrativa, juegos de descarga motora, y técnicas de relajación y visualización, entre otros.

 

Desde el área de psicología infantil se promueven tres trabajos con el niño:

1. Enfoque psicopedagógico para fortalecer sus competencias en el plano educativo.

2. Enfoque psicológico infantil para favorecer la regulación y expresión emocional, aumentar la autoestima, etc.

3. Enfoque familiar para que sea la fuerza de toda la unidad familiar la que acompañe al niño o adolescente en su crecimiento.

La psicología infantil implica, por tanto, la colaboración plena de los padres y en muchas ocasiones puede que sean estos los que tengan que iniciar previamente un trabajo terapéutico, ya que los niños suelen manifestar lo que no funciona en la unidad familiar. Esto requiere que:

• Ambos progenitores estén conformes con el inicio de una terapia.

• Alguno o ambos progenitores realicen terapia individual o de pareja si presentan problemas emocionales que están afectando al menor, antes de intervenir con éste.

• Alguno o ambos progenitores realicen terapia en paralelo a la intervención del menor si éste presenta síntomas graves.

• La unidad familiar sea suficientemente funcional y haya un apego seguro para que el menor pueda hacer la terapia de manera individual sin que los padres tengan que iniciar un proceso terapéutico.

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